Entrevistas imposibles

Con la poetisa sueco-uruguaya,
Martina Martínez

El 27 de setiembre de 1994 me dirijo apresurado a la ventanilla del puerto de la ciudad de Tallin, busco en mi billetera las 385 coronas suecas que cuesta el billete para el crucero que parte dentro de una hora, el tiempo suficiente para hacerme una idea de quién es mi entrevistada, Martina Martínez; poeta, hija de padres uruguayos exilados en Suecia, escribió un sólo libro, Malena y Cíber, en mis informes recabados de sus amigos pude contactar que tendré ante mí una mujer de una inocencia inusitada.

 

Subo al crucero y busco a la mujer de poca talla y con vestido verde, de unos 20 años, así me lo hizo saber en su última comunicación por E-mail, por fin después de varias horas de exploración la diviso entre los turistas bulliciosos, se destaca con su vestido fuera de estación, una señal con mi mano derecha alcanza para despertar su sonrisa, se acerca lentamente conservando un paso lento, alcanzando su cuerpo liviano mi posición con rapidez. Luego de una mirada nos sentamos en el primer lugar que encontramos. Pido permiso y enciendo mi pequeño grabador.

¿Adónde se dirige Martina?

A la ciudad de Estocolmo. Donde llegaremos a las 8.30, para seguir viaje a Gotemburgo, mi ciudad natal.

¿Sabe cuál es el motivo de esta entrevista?

Claro, ya me lo ha comentado en nuestros mensajes, la acusación de mi amiga Flor.

¿Cuénteme algo de su amiga?

Nos unió nuestra condición de hijas de inmigrantes. Flor y yo amigas desde la guardería de la cual guardo los mejores recuerdos de nuestros juegos, especialmente cuando nos deslizábamos en la nieve con la “pulka” hasta quedar exhaustas y mojadas, contribuyó a que mi niñez fuese envuelta en un manto de alegría y felicidad. Los conflictos comenzaron en nuestra adolescencia.

¿Siente todavía afecto a su amiga?

Como le dije, Flor contribuyó a mi dicha. Además ella fue quien me acercó a la poesía a muy temprana edad. Lecturas y escrituras nos acompañaron esos años. Realmente admiro su obra. mal interpretada y poco conocida.

¿Entremos en detalles, Flor la acusa de robo de su obra?

Me cuesta mucho remontarme a los años en que comenzó acumular odio contra mí. Todo empezó cuando rompimos nuestra relación amorosa. No lo pudo soportar. En el momento que se ve representada con el personaje de Malena en el libro.

¿Acaso la protagonista de la primera parte de su libro en la que va al encuentro del amor de su vida es Flor de Condominio?

Así es, fue una relación intensa de dos años hasta la aparición de Stefan y con ello también los problemas con Martina.

Esta mujer pequeña de ojos grandes abiertos al mundo, me seduce no por su belleza sino por su candor que es capaz de perdonar al mundo como a su amiga de tal acusación y esa manera de no crearse protección es una cualidad que admiro en la gente. Atando cabos de este drama pasional le pregunto.

¿Entonces Stefan es Cíber en su obra?

Sí, el de las manos frías de metal que me recupera del fango tango. Casualmente me espera en la estación de Gotemburgo en pocas horas.

Miro el reloj, son las 19 horas, comienza a llover con vientos huracanados, olas de cinco metros golpean el crucero y nos balanceamos al compás de la voluntad del mar. Un sonido peculiar, como si el navío remolcase un montón de cosas deshechas, acompaña el viaje desde este momento. Miro a Martina buscando respuesta y en cambio encuentro la misma pregunta en sus ojos. Caminamos al encuentro de una explicación a lo que estaba pasando pero siempre el desconcierto. Nos retiramos a descansar a nuestros camarotes.
Al poco de medianoche el ruido de una detonación me hace correr. En el camino me topo con Martina que en su desesperación me buscaba.
¿Sabe lo que acontece?

Presiento lo peor por eso quería hablar con usted. Por favor saque el grabador quiero confesarle algo muy importante.

Me pareció que la situación no daba para proseguir la entrevista igualmente busco el grabador que conservo en el bolsillo y lo enciendo.

Si algunos de nosotros sobrevive quiero decirle al mundo que soy la causante de una posible catástrofe. Me dice.

¿Por favor especifique, no entiendo?

El ruido que conmueve el crucero ha sido una explosión.

Mi sorpresa y miedo me exalta.

¿Una explosión?

Sí, le explicaré, el motivo de mi visita a Estonia fue tomar contacto con la mafia rusa en Tallin. La independencia del país permitió que estos individuos inescrupulosos se apoderarán de la tecnología de comunicación avanzada. Mi función es la de traer algunas pruebas para Suecia. Esta de más decirle que trabajo para los servicios de inteligencia sueco. El gobierno ruso al enterarse de tal maniobra amenazó con poner una bomba en el crucero. Me temo que cumplieron con su objetivo.

Sin palabras corro hacia la cubierta, el navío se inclina a estribor y comienza a hundirse

Tomo el autobús a mi barrio. Mi cabeza repasa lo pasado. Martina se encuentra en la lista de los desaparecidos. Para seguir conservando su inocencia destruyo la cinta de grabación.